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¿Por qué afirmaciones del tipo"todo irá bien" pueden llegar a ser contraprudentes?

Con este post quiero exponer mis motivos y mis razones de pensar libremente el porqué no estoy a favor de la afirmación "todo irá bien", entre otras.



En primer lugar, deciros que espero que estéis todos bien, estamos viviendo un momento que a todos nos genera incerteza e inseguridad. Los psicólogos también somos humanos y nos podemos haber visto inmersos en momentos de crisis como cualquier persona. Sin embargo, es cierto que disponemos de más recursos para poder gestionarlo, aun así, no somos inmunes, aunque a veces a algunos os parezca que si 🤷‍♀️



Anotaros lo siguiente:


Cualquier malestar psicológico que podamos sentir en esta situación es completamente lógico y normal, no nos asustemos por ello. Aceptarlo es el paso previo a afrontarlo, ¿de acuerdo?

Por otro lado, aclaro lo que algunos me habéis pedido por privado: Es cierto que por mis redes durante estos días, me he mostrado en ciertas ocasiones en contra del uso excesivo que se está haciendo de la psicología positiva. Me explico; en ningún momento la rechazo, es más, resulta útil en muchos aspectos y sabemos que pensar en positivo es sumamente importante para generar buena energía y sentirnos bien nosotros y hacer sentir bien a los que tenemos a nuestro alrededor, sin embargo, ahora debemos ser lo más realistas posible.


Estamos en el escenario que estamos y a veces un mensaje del tipo “todo irá bien”, por poner un ejemplo ya que es el que más resuena a día de hoy, nos puede ayudar a sentirnos miembros de la sociedad, a sentirnos arropados y apoyados, pero también existe un mensaje con un perfil oscuro en todo esto. Mientras divulgamos el “todo irá bien” hay personas y familias enteras que están destrozadas, para ellos ya nada puede ir bien, hay personas que han perdido o perderán un pilar fundamental en sus vidas, un amigo, un hermano, un padre, un hijo, el trabajo, todo lo que habían construido con esfuerzo durante años y cuando escuchan reiteradamente este tipo de afirmaciones no las pueden procesar como el resto de personas.


¿Quiere decir esto que yo personalmente no he utilizado en ningún momento frases de este tipo? Pues no, no quiere decir esto. Tengo una hija y en casa la frase de "todo irá bien" la hemos plasmado en un dibujo precioso, porque todos lo hacían, obvio, pero cada vez que lo veo colgada de la ventana me retuerzo, lejos de aliviarme. Al final que queréis que os diga, yo me siento egoista, muy egoista.


Muchas personas, bueno, corrijo; Las personas a quien no les está afectando de una forma catastrófica la situación pues es posible que se adentren e incluso interioricen los mensajes y frases positivas, pero por favor, dejemos espacio para sentirnos mal, dejemos espacio para vivir la realidad del momento en el que estamos. Lejos de querer beneficiar, lo que estamos haciendo con la alud de estos mensajes diarios es alterar la realidad. Dicho de otra forma, nos estamos enviando un doble mensaje, nuestro cerebro no distingue realidad de fantasía, con lo cual, estas afirmaciones hiper positivas quedan grabadas en nuestro inconsciente, entonces, ¿Qué ocurre si en algún momento me veo superado y me siento con ánimos pésimos, incluso catastróficos? Pues que indirectamente el segundo mensaje que recibo de mi mente es el de “no soy capaz de estar bien”, “estos mantras a mí no me sirven”, “seré más débil que los demás”… No, absolutamente No. No eres débil, no eres derrotista… simplemente estás reaccionando a la realidad que tenemos, hay muertes, hay saturación sanitaria, hay miedo, hay muchas penas y muy pocas alegrías, hay desconcierto por los puestos de trabajo, por la economía…


¿En serio, con este panorama que tenemos se puede estar happy todo el día?


Pues no, no se puede. Sin embargo, hagamos un inciso, tampoco te acomodes a estar mal, no te quedes ahí, no te aisles en tu propia cueva, pero ofrécete el placer de no poder estar bien todo el día. Éstas emociones, las no tan buenas o agradables tienen que externalizarse y la única verdad que tenemos ahora mismo es que esto pasará, no sabemos cuando, ni cuantas vidas costará, pero pasará porque nada en este mundo es eterno. No te preguntes cuando acabará, no lo hagas, vive el día a día y promueve la gratitud, una cosa que deberíamos acostumbrarnos a hacer más a menudo. Cuando esto termine, haremos balance de todo lo sucedido, y será entonces cuando podremos sacar conclusiones y hacer reflexiones sobre lo que hemos aprendido en este tiempo.


Aclarado lo que pienso y dicha mi opinión sobre este tema, os dejo algunas pautas que podéis poner en práctica para llevar la situación un poco mejor:


- No te preguntes cuando terminará todo, no vayas tachando días en el calendario. Cuando termine terminará. Es como eso que digo siempre en redes; evita evitar.


- Cuando entres en saturación mental, ya sea por un exceso de información o porque tienes un mal día, no hagas nada, absolutamente nada.


- Busca un espacio de tiempo para ti durante el día. Si o sí. Aunque también sea para no hacer nada, para darte una ducha, para leer, para mirarte en el espejo…


- No te refugies en querer hacerlo todo y sobrecargarte de rutinas impuestas. Tienes que tener una rutina, obvio, pero si en algún momento no te apetece seguirla pues no lo hagas.


- Hazte tu propio diario de confinamiento, esto puede parecer infantil, pero funciona muy bien para realizar catarsis psicológicas. Piensa que esta situación es excepcional y ya forma parte de la historia de la humanidad, como tantas otras pandemias ha habido y forman parte de nuestros antecedentes como sociedad. Que chulo será dentro de unos años recuperar este diario y leer como lo viviste, como te sentiste y como finalmente lo superaste.


- Si sientes que tus niveles de ansiedad están al límite te propongo que pongas a la práctica la técnica de la Peor Fantasía, una técnica que ya he explicado en otras ocasiones y que utilizamos en terapia breve estratégica. Si no sabes cómo funciona puedes decírmelo en un comentario y hago un video en redes explicándola.



Como siempre, si en algún momento os sentís saturados sabéis que podéis mandarme un mensaje, ya sea a través de la web o por redes sociales y ampliamos técnicas y recursos, a veces puedo tardar unas horas en responder, pero siempre lo hago. Ignorar nunca ha formado parte de mi por más trabajo que tenga. Al final, con todo esto vamos conociendo un poco más como somos nosotros mismos y como son los demás. Dicen que es de bien nacido ser agradecido, y creo que ahora nos sentimos más activos en la sociedad que antes, ayudamos más altruistamente y aprendemos de los demás, al menos así nos sucede a los que estamos siguiendo el confinamiento a rajatabla des del día 1, aunque bueno, por lo que voy viendo y leyendo también seremos los primeros en empezar a "enloquecer" un poco más rápido cada día 😉


A modo de reflexión y para no hacerme pesada, estamos en el momento indicado para aportar a los demás aquello que sabemos hacer, a todos se nos da bien algo, compartámoslo. Os dejo a continuación una historia que a mí personalmente me gusta mucho, ya sabéis que soy fan de las metáforas y los cuentos, pues pienso que es la mejor forma de entender las cosas, cuando las palabras te resuenan a vacío las historias te remueven el interior.

EL ANILLO DEL REY


Una vez, un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les dijo:

- "He mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo". Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados… pero ¿pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía por muchas horas, sin encontrar nada en que ajustara a los deseos del poderoso rey.

El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, que había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como la familia y gozaba del respeto de todos.

El rey, por esos motivos, también lo consultó. Y éste le dijo:

- “No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje”

- "¿Como lo sabes preguntó el rey”?

- “Durante mi larga vida en Palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje”.

En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo dobló y se lo entregó al rey.

- “Pero no lo leas", dijo. "Mantenlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no encuentres salida en una situación”.


Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y su reino se vio amenazado.

Estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo, y los perseguidores eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un profundo valle.

Caer por el, sería fatal. No podía volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.

Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento...

Simplemente decía “ESTO TAMBIEN PASARÁ”.


En ese momento fue consciente que se cernía sobre él, un gran silencio.

Los enemigos que lo perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino. Pero lo cierto es que lo rodeó un inmenso silencio. Ya no se sentía el trotar de los caballos.

El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al maestro desconocido. Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.

El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.

En ese momento, nuevamente el anciano estaba a su lado y le dijo:

- “Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo

- “¿Qué quieres decir?”, preguntó el rey. “Ahora estoy viviendo una situación de euforia y alegría, las personas celebran mi retorno, hemos vencido al enemigo”.

- “Escucha”, dijo el anciano. “Este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando te sientes derrotado, también lo es para cuando te sientas victorioso. No es sólo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero”.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje... “ESTO TAMBIEN PASARÁ”

Y, nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transitorio como lo bueno.

Entonces el anciano le dijo:

- “Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

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