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Cuando la indecisión y la opinión de los demás condiciona la vida


Existe un sabio proverbio que dice que tener muchos relojes te lleva a no saber nunca la hora exacta, lo mismo sucede cuando escuchas a distintas personas opinando sobre aquello que te causa indecisión. Y es que las personas estamos acostumbradas, consciente o inconscientemente, a buscar consejo cuando nos vemos sumergidos en medio del caos, cuando sentimos que no tenemos alternativa o cuando debemos tomar una decisión que nos perturba y no podemos encontrar el camino correcto por nosotros mismos. Sin embargo, muchas veces escuchar el consejo de otra persona produce un aumento de nuestras propias dudas.


Hay quien delante de un problema valora distintas opciones, busca alternativas y escoge aquellas que se adaptan mejor a sus valores y a sus objetivos, por el contrario, hay otro tipo de personas que no son capaces de tomar decisiones por sí mismas, que se ubican en una posición incómoda y buscan continuamente el apoyo incondicional de los demás.


Realmente es cierto que la persona indecisa lo pasa mal, pero lo que necesita para vencer las resistencias son dos cosas básicas:


- Tomarse un tiempo para pensar

- Aprender a decir NO


Si no se tienen en cuenta estas dos opciones de forma inconsciente se empiezan a aceptar las opiniones de los demás como propias, aun cuando las dudas inundan las emociones y los pensamientos no conllevan a otra cosa que a la aparición de más indecisión sobre el problema.


Algunos dirán blanco y otros aconsejarán negro, con lo cual el propio caos de quien padece la indecisión aumentará, las dudas no se verán resueltas y en el mejor de los casos se actuará siguiendo un consejo que se aleja de los propios valores y que lejos de solucionar la situación sumerge a la persona hacia una ambivalencia emocional peor de la que ya tenía.


Cuando llega el momento de tomar una decisión y nos resulta complicado es necesario coger aire y pensar en uno mismo, pensar en qué objetivo queremos alcanzar y en cuáles son nuestros principios morales. Teniendo claros estos dos puntos nunca nos equivocaremos, ya que suponiendo el caso de que nuestra decisión no sea la más adecuada no estaremos enfrentándonos a nuestro propio valor como personas. A veces podemos escoger el camino incorrecto pero si somos fieles a nuestros valores y nos fijamos un objetivo jamás sentiremos que nos hemos equivocado, ya que prevalecerá nuestra manera de ser y de pensar por encima de todo.


El problema surge cuando no hacemos aquello que nosotros libremente y sin influencias hubiéramos hecho, es en este momento cuando uno mismo se da cuenta que el error no yace en su decisión sino en haber hecho caso a la opinión de los demás. Aquí pueden surgir nuevos problemas, culpabilizar a los demás de las desgracias de uno mismo es el más común, y es que muchas veces justamente por ello se tiende a seguir el consejo de aquél que sin mala intención nos lo ha brindado pero lejos de hacernos el bien nos ha conducido de lleno al precipicio. De esta manera parece más fácil buscar consuelo si se toma el camino equivocado, “No he sido yo, es que he seguido tu consejo, por tu culpa me he equivocado” y es que pocas personas tienen la capacidad de soportar la frustración que conlleva cometer un error y aceptarlo como propio.

Por otro lado y aunque parezca curioso y paradójico podemos tomar la decisión de no decidir, si somos conscientes de ello ya estamos tomando una decisión, con lo cual “elegimos no elegir” y así es como salimos del bucle en el que nos hemos sumergido cuando no vemos otra opción posible o necesitamos tomarnos un tiempo antes de seguir.

La mayoría de las veces confiar en el propio instinto es la mejor arma de que puede disponer uno mismo.


Alejandro Jodorowsky decía que los pájaros nacidos en jaulas creían que volar era una enfermedad, así que no dejes que tu indecisión paralice o enjaule tu vida. En cada momento se puede escapar una oportunidad, por lo tanto ten en cuenta que cuando no tomas una decisión consciente no te permites avanzar. Sigue caminando y piensa que nada es permanente en este mundo, ni si quiera los problemas.

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