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Foto del escritorRaquel Puig

¡No estés Triste! Como si fuera tan fácil


No suelo escribir tan seguido en el blog pero quiero hacerlo antes de que mi propio cerebro borre o sustituya el recuerdo por algo poco fiable.


Hace apenas unas horas he ido a tomar algo con mi pareja en un concurrido bar de mi zona, uno de esos días que te aburres en casa, tienes la tarde libre y dices, venga vamos a dar un paseo, al menos si la casa cae que no nos pille dentro.


Cuando me han servido el café yo estaba más bien en otro mundo, despistada total, bueno… estaba en el mundo de la señora que tenia sentada justo al lado con su hija, sobrina, amiga… no sé que era de ella pero por las directrices que le daba a la chica confianza tenia que haber entre ellas. Nadie prescribe con tal ímpetu si no hay una relación un tanto estrecha.


En resumen, y sin ánimo de meterme donde no me llaman, pero a favor del elevado tono de voz en un sitio público, aprovecho apara analizar una situación que puede ser de lo más común.


La joven adolescente no tenía precisamente cara de felicidad y dialogaba en forma de queja y pesimismo, el ambiente resultaba un tanto tenso. A las reiteradas “quejas” de la chica, la señora, tajante, le ha disparado uno de esos misiles que van directos a dañar lo que ya tienes dañado.


– Es que no lo entiendo! Déjate de tonterías y no estés triste!

¿Perdona? ¿Como se puede tener tan mala pata y ser tan desafortunado en tus comentarios?


Evidentemente la chica ha reaccionado con cierta furia y agresividad a tal orden, ha dado una patada a la silla y se ha largado del sitio. No sé que reacción esperaba la señora, supongo que lo hizo con toda su buena intención, pero claro, ya sabemos que la mayoría de veces con las mejores intenciones logramos los peores resultados.



A modo de reflexión y paradójicamente hablando no podemos ir prescribiendo que las personas se sientan felices si no lo están. Por favor, dejemos espacio a las emociones, incluso a aquellas que no son tan agradables. Evidentemente no voy a hacer leña del árbol caído dado que no es un tema de mi incumbencia pero era imposible no escuchar con el alboroto que se ha montado. No querer escuchar evidentemente me hubiera predispuesto a escuchar aún más.


Analizando la situación


... y sin saber el suceso real o el foco problemático que tenia preocupada a la joven y el cual era evidente fruto de su desasosiego me permito analizar la frase que ha propiciado la señora y que ha conducido al final temido pero esperado.


1- En primer lugar la mujer no entiende el problema que tiene la muchacha. (Empatía cero… pero sigue hablando y aconsejando sin comprender la situación, el silencio en estos casos es, sin duda, la mejor opción)


2- En segundo lugar cree que su problema es una tontería. (La cual cosa desanima más a la joven, pues si está triste será porque para ella el problema no es ninguna tontería…)


3- En tercer y último lugar ordena: ¡No estés triste! (Una vez ya ha mermado y complicado, más si cabe, el sentimiento de la joven, prescribe una orden a un problema que no entiende y el cual cree que es una tontería)


Creo que expuesto así no es difícil ver donde reside el resultado obtenido y la consiguiente respuesta de la chica.

Parece que vivimos en una sociedad donde existe una necesidad manchada de fantasía de que la gente debe estar feliz y no preocuparse por las cosas, seguramente tantas frases y elogios a la psicología positiva nos han llevado hasta aquí.


Desde la terapia breve un análisis situacional en este caso no es muy complejo, más bien simple. Es casi seguro que vamos a estar mal si nos autoimponemos o nos autoimponen que debemos estar bien, felices y sonrientes por y para todo. El problema en estos casos aumenta considerablemente. Volviendo a la chica, ahora tiene doble problema, el que ya llevaba en su mochila y el echo de que debe estar bien cuando no lo está, y encima se lo ordenan. Aquí surge la gran paradoja, cuando pides a alguien su felicidad se la estás negando por definición.


¿Qué es la felicidad?


Lo mejor sería ser conscientes de que la felicidad puede ser fugaz y es necesario aprovecharla cuando surge y disfrutarla, pero no nos podemos obligar a vivir eternamente felices porque no se puede, resulta imposible aunque queramos, la realidad muchas veces es la que es.


Cuanta más voluntad pongas en algo que no surge de forma natural, más lejos estarás de lo que quieres sentir. No nos puede caer bien quien nos cae mal, no podemos amar a quien no amamos y no nos tiene porque gustar una comida que no nos gusta…


¿Qué debemos hacer?


Aquí solo tenemos un camino posible y cierto, y es que las cosas duran lo que duran, y evitar complicarlas es lo que nos lleva a su superación. Es necesario aprender a dejar que las cosas pasen, nada dura eternamente, seguir con la rutina, y mantenernos en actividad también evitara que caigamos en un vacío mayor, y sobretodo es recomendable no hablar mucho del tema para evitar alimentarlo y que con toda la buena fe del mundo nos den el tipo de consejos que acabamos de ver.


A partir de aquí la decisión de estar bien o estar mal es cosa de cada uno.

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